En política, lo que se ve es apenas la superficie. Si estás siguiendo de cerca el panorama electoral argentino, tenés que mirar con lupa lo que está ocurriendo en estas semanas en el corazón del peronismo bonaerense. Porque mientras la escena pública se llena de discursos, apariciones en redes y movimientos callejeros, en las oficinas de Matheu y Congreso se teje un entramado estratégico que podría redefinir el juego electoral en 2025 y más allá.
La clave está en dos nombres con peso propio: Máximo Kirchner y Sergio Massa. Uno representa el núcleo duro del kirchnerismo bonaerense, con la herencia directa de Cristina Fernández de Kirchner. El otro, más pragmático, viene de una derrota presidencial reciente, pero con capacidad intacta para negociar, reconfigurar alianzas y, sobre todo, mantener su lugar en la mesa grande del PJ. Juntos, están acelerando el diseño de una estructura electoral que busca evitar el naufragio, frenar al oficialismo libertario y devolver al peronismo un lugar de competitividad real.
En este artículo, vas a encontrar un análisis completo sobre cómo se está armando el nuevo frente peronista, qué fuerzas están en juego, quiénes toman las decisiones, y cuáles son las fechas clave que podrían marcar el futuro político del país.
El nuevo frente electoral peronista: ¿unidad o supervivencia?
El proyecto que empujan Máximo y Massa no es menor: crear un frente único, con una estructura legal común y una sola junta electoral, que funcione tanto a nivel bonaerense como nacional. La idea, según fuentes internas, es simplificar el armado, evitar internas desgastantes y dar una señal clara de unidad hacia adentro y hacia afuera.
El nombre tentativo —“Peronismo”, sin apellidos ni añadidos— es un guiño simbólico que busca reinstalar al PJ como fuerza madre del campo nacional y popular, sin limitarse a un solo sector ni corriente. Pero detrás de ese gesto de unidad, se esconde una tensión soterrada que refleja viejas disputas de poder.
Para lograr esa arquitectura legal y política, los encargados de afinar cada coma del reglamento son Facundo Tignanelli, hombre de confianza de Máximo, y Rubén Eslaiman, dirigente clave del Frente Renovador. Ellos, junto con apoderados del PJ bonaerense y el massismo, tienen la lapicera en la mano, lo que en política significa: definen quién entra, quién queda afuera, y cómo se juega la interna.
El calendario de definiciones: septiembre y octubre como meses clave
Los tiempos apremian. Ya hay dos fechas anotadas en rojo en la agenda:
- 7 de septiembre: cierre del frente provincial.
- 26 de octubre: cierre del frente nacional.
Estas fechas no solo marcan el cierre legal de alianzas, sino también el momento en el que deberán resolverse las grandes incógnitas del peronismo:
¿Kicillof será candidato? ¿Se avanzará en una PASO o se optará por lista única? ¿Qué lugar tendrán las fuerzas menores en la boleta final?
Esos interrogantes no son menores, porque el fracaso en las urnas de 2023 dejó heridas abiertas que todavía sangran dentro del peronismo. Hoy, más que nunca, se necesita ordenar, pero sin clausurar el debate. Integrar, sin borrar identidades.
La tensión con Axel Kicillof y el factor MDF
En ese escenario, Axel Kicillof juega su propio partido. El gobernador bonaerense, con un respaldo territorial innegable y una buena imagen en segmentos progresistas, impulsa su propio espacio: Movimiento Derecho al Futuro (MDF). Desde allí, reclama un lugar real en la mesa de decisiones.
Pero las diferencias con el kirchnerismo duro se hicieron evidentes. Kicillof no quiere someterse a la conducción vertical de La Cámpora, y prefiere mostrarse como un actor con autonomía política, más cerca de los gobernadores y sectores sindicales que de los núcleos cerrados.
Esa tensión no se resuelve con una foto de unidad. En los hechos, hay una puja directa por el control del armado bonaerense, donde Kicillof quiere mantener el timón, mientras el tándem Máximo-Massa teje acuerdos con intendentes y estructuras partidarias que fueron vitales para sostener al PJ en los últimos años.
Las otras fuerzas del frente: Grabois, Sabbatella, Heller y la disputa por los espacios
El armado no se limita a los actores principales. En paralelo, otras organizaciones que orbitan dentro del universo nacional y popular también piden pista. Entre ellas:
- Juan Grabois, desde Patria Grande, insiste con una agenda social y popular que tensiona con el PJ tradicional.
- Martín Sabbatella, de Nuevo Encuentro, busca espacios en listas legislativas y en la mesa de estrategia.
- Carlos Heller, con el Partido Solidario, mantiene su presencia como aliado histórico del kirchnerismo, pero con vocación de incidencia en el armado económico del discurso peronista.
Todos ellos, además de movimientos sociales, gremios y agrupaciones territoriales, exigen una representación real en las listas, lo que podría hacer inevitable una primaria si no hay consenso.
El fantasma de Cristina y la necesidad de una nueva conducción
Con la condena firme a Cristina Fernández de Kirchner en la causa Vialidad, el liderazgo formal del peronismo quedó en el limbo. La expresidenta, aunque mantiene un capital simbólico potente, no puede presentarse como candidata. Y su silencio estratégico ha dado lugar a múltiples lecturas: ¿está retirándose definitivamente o espera el momento adecuado para ungir a su heredero político?
En ese vacío, la disputa se abrió. Máximo aspira a consolidar su lugar como eje ordenador del kirchnerismo, pero no logra proyectarse fuera de ese círculo. Massa, en tanto, ofrece una lógica más negociadora, pero su última experiencia electoral lo dejó con la imagen desgastada.
Por eso, más que una conducción clara, lo que hay hoy es una mesa de pujas, donde se negocian nombres, territorios, sellos y líneas de acción. La pregunta de fondo es si esa mesa puede transformarse en conducción colectiva o si quedará como un espacio de contención sin estrategia real.
El desafío: frenar el avance de Milei con una propuesta competitiva
Mientras el peronismo se reordena, el oficialismo libertario de Javier Milei avanza con fuerza en los sectores medios, capitalizando el enojo social, el rechazo a la casta y una lógica de comunicación directa que perfora en redes y medios.
La elección de 2025 será clave: se renovará una porción importante del Congreso, se disputarán intendencias y gobernaciones, y el peronismo sabe que no puede permitirse otra derrota como la de 2023. Para eso, necesita más que una alianza de nombres: requiere un discurso claro, una propuesta económica viable y una estrategia de territorio que vaya más allá del marketing.
En otras palabras: no alcanza con reorganizar el frente. Hace falta volver a enamorar a los votantes perdidos, recuperar la mística y actualizar la agenda.
¿Internas abiertas o lista de unidad?
La discusión por la forma en la que se definirán las candidaturas está al rojo vivo. Si bien el objetivo es evitar internas “sangrientas” que debiliten al espacio, muchos sectores exigen PASO abiertas y competitivas, con reglas claras y sin favoritismos de cúpula.
En ese sentido, la lapicera será clave. El rol de Tignanelli y Eslaiman no solo es legal: es profundamente político. En sus decisiones se juega el equilibrio de poder de todo el frente.
El peronismo frente a sí mismo
Lo que está en juego no es solo una elección. Es la identidad futura del peronismo, su capacidad de adaptarse a los nuevos tiempos sin traicionar sus raíces, de dialogar con la sociedad sin encapsularse, y de ofrecer una alternativa real a una Argentina que hoy mira con incertidumbre su horizonte.
El desafío está planteado. Las piezas se mueven. Y en las próximas semanas se sabrá si el peronismo puede reconstituirse como fuerza competitiva o si quedará atrapado en sus propias internas.
¿Creés que el nuevo frente peronista logrará consolidar una alternativa real al gobierno de Javier Milei? Dejá tu opinión y compartí este análisis para que más personas sigan de cerca el reordenamiento político que ya está en marcha.
