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TENSIÓN GLOBAL Y ALERTA EN BUENOS AIRES

Refuerzan la seguridad en instituciones vinculadas a Israel y EE.UU. en plena escalada internacional

Buenos Aires, junio de 2025 – Cuando la geopolítica internacional se crispa, las ondas expansivas llegan más lejos de lo que uno imagina. Y esta vez, la Ciudad de Buenos Aires volvió a ponerse en el centro del tablero. Con el telón de fondo de una escalada preocupante entre Estados Unidos e Irán, y con Israel como actor clave en el conflicto, el Gobierno argentino ha reforzado la seguridad en 19 objetivos estratégicos distribuidos en la capital.

No se trata de una medida más. La decisión, ejecutada en estricto silencio, pone en evidencia el estado de alerta en el que se encuentra el país, especialmente en lo que refiere a la protección de instituciones vinculadas a la comunidad judía y a intereses diplomáticos norteamericanos.

Una memoria que duele y que enseña

No es la primera vez que Argentina se ve atravesada por el terrorismo internacional. Lo saben los sobrevivientes del atentado a la embajada de Israel en 1992. Lo saben, con más crudeza aún, los familiares de las 85 víctimas del atentado contra la AMIA en 1994. Lo sabe cada juez, cada canciller y cada agente de seguridad que haya seguido de cerca esa causa: cuando el conflicto global se incendia, nuestro suelo puede convertirse en campo de represalias.

Por eso, el refuerzo actual no es producto del azar ni de una estrategia política oportunista. Responde a una necesidad real de anticipación y prevención ante posibles acciones violentas de grupos extremistas que, históricamente, han operado en América Latina cuando los fuegos cruzados en Medio Oriente alcanzaron su punto más alto.

¿Qué puntos están bajo vigilancia reforzada?

Según fuentes de seguridad consultadas por este medio, el dispositivo especial abarca instituciones educativas, religiosas, diplomáticas y comunitarias. Entre los puntos más sensibles bajo custodia se encuentran:

  • Embajada de Israel y sus dependencias.
  • Sede central de la AMIA, emblema de la comunidad judía y blanco de un atentado aún impune.
  • Escuelas de la red educativa judía en Belgrano, Villa Crespo y Palermo.
  • Sinagogas históricas de la ciudad.
  • Embajada de los Estados Unidos, junto con residencias de funcionarios y empresas estratégicas vinculadas al país del norte.
  • Centros binacionales, como el Instituto Cultural Argentino-Norteamericano (ICANA).

Los operativos incluyen patrullaje continuo, agentes encubiertos, análisis de inteligencia en tiempo real y una coordinación directa con agencias internacionales como el Mossad, el FBI y la Interpol.

El fantasma de Hezbollah y las lecciones no aprendidas

En la causa AMIA, cuyo expediente lleva ya tres décadas de estancamiento judicial, el señalamiento de Hezbollah como brazo ejecutor del ataque de 1994 sigue siendo una pieza clave. Lo mismo en el caso de la embajada de Israel.

Ambos atentados compartieron no solo su magnitud letal, sino también su método: acciones suicidas, explosivos colocados en vehículos, y un entramado logístico que operó con apoyo externo y una red local que aún no ha sido desmantelada del todo.

Por eso, cada vez que las tensiones entre Irán y Occidente se agudizan, Argentina vuelve a pararse frente al espejo de su propia vulnerabilidad. Y aunque la respuesta actual del Gobierno parece firme, la pregunta que persiste es si se ha hecho lo suficiente en estos años para evitar nuevos ataques.

La diplomacia, en modo blindaje

Desde Cancillería, el discurso es prudente. “La Argentina no ha recibido ninguna amenaza directa, pero los antecedentes obligan a actuar con máxima responsabilidad”, señalaron fuentes diplomáticas.

Lo cierto es que la diplomacia israelí y la estadounidense han incrementado sus contactos con autoridades locales, tanto en el Ministerio de Seguridad como en la AFI. Hay reuniones reservadas, intercambios de información clasificada, y un protocolo que, por discreción, no se hace público pero está en plena ejecución.

En paralelo, las embajadas han elevado sus propias alertas internas: personal diplomático limitado, suspensión de eventos masivos, y refuerzo de sus propios sistemas de seguridad.

¿Estado de sitio encubierto o precaución necesaria?

La pregunta es legítima. ¿Hasta qué punto estas medidas protegen sin invadir? ¿Cuándo la prevención se convierte en espectáculo o paranoia? La línea es delgada, pero la experiencia dice que en estos casos vale más pasarse de precavido que quedarse corto.

La presencia de agentes con chalecos antibalas en las puertas de jardines de infantes comunitarios puede incomodar, sí. Pero también ofrece tranquilidad a padres que no olvidan que la historia argentina tiene capítulos que aún sangran.

Una ciudadanía que también tiene un rol

En este tipo de contextos, no todo depende del Estado. Vos, como ciudadano o ciudadana, podés ser parte activa de la prevención:

  • Estando atento a movimientos inusuales en zonas sensibles.
  • Evitar la difusión de información no verificada que genere alarma innecesaria.
  • Respetando las indicaciones de seguridad sin caer en la exageración ni la indiferencia.
  • Y, sobre todo, comprendiendo que la seguridad no es un show televisivo sino una responsabilidad colectiva.

El impacto local de una crisis internacional

El conflicto entre Irán, Israel y Estados Unidos ya no se libra solo con armas convencionales. También se juega en los pasillos diplomáticos, en los ciberataques, en las redes sociales, y, a veces, en calles lejanas a sus fronteras.

Buenos Aires no está en guerra, pero tampoco es inmune a sus efectos. La historia la marcó con fuego. Hoy, la memoria y la prevención deben ser más fuertes que el olvido y la improvisación.

¿Creés que el Estado argentino está preparado para evitar un nuevo atentado como los del ‘92 y el ‘94? Dejá tu opinión y sumá tu mirada al debate por la seguridad y la memoria.

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